En AF creemos que la clave está en identificar procesos candidatos a automatización no solo desde lo técnico, sino también desde lo humano: considerar el impacto en empleados, clientes y proveedores.
Las tareas que se realizan cientos de veces al mes y que consumen muchas horas son candidatas naturales para automatizar. Ejemplos: conciliaciones bancarias, generación de reportes, validación de documentos.
Cuando un proceso sigue pasos bien definidos, sin espacio para la interpretación, un robot puede ejecutarlo con precisión. Facturación, nómina y validaciones de datos son ejemplos comunes.
La repetición manual aumenta el riesgo de errores. Al automatizar, se reduce drásticamente el margen de fallos y se asegura la calidad.
No basta con ahorrar tiempo: los procesos que impactan directamente en el cliente deben ser prioridad. Automatizar la atención inicial o la gestión de solicitudes puede mejorar la experiencia externa.
Un error común es automatizar procesos sin considerar a las personas que los ejecutan. La automatización debe liberar a los equipos de tareas repetitivas, no reemplazarlos. Esto requiere comunicación clara y acompañamiento en la transición.
Identificar procesos candidatos a automatización es un balance entre eficiencia y humanidad. Cuando se logra, las empresas no solo ganan productividad, sino también equipos más motivados y clientes más satisfechos.
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